Dicen que somos el resultado de los libros que leemos, los cafés que disfrutamos, los viajes que hacemos y las personas que amamos. Pero yo creo que lo que más nos define es el cambio que intentamos hacer en el mundo.

 

De pequeña, era una niña muy curiosa, fascinada por los “porqués” de todo lo que me rodeaba, especialmente en la geología. ¿Por qué esta roca tiene este color? ¿Por qué hay un río aquí en lugar de una montaña? ¿Por qué algunas piedras eran lisas y redondeadas, mientras que otras eran irregulares y rugosas? Esta curiosidad me llevó a estudiar geología. Sin embargo, las condiciones económicas en casa me obligaban a sacar siempre las mejores notas para recibir becas del gobierno si quería seguir estudiando, lo que me enseñó dos lecciones importantes: primero, que el acceso a la educación es un privilegio; y segundo, que el amor y apoyo incondicional de los que te rodean puede ser el motor más poderoso que hay. Esos dos pilares —un compromiso con una educación accesible y el apoyo de mis seres queridos— son los que inspiran mi pasión por compartir mi conocimiento científico. Si tengo la suerte de tener acceso a la educación y a recursos privilegiados, siento que es mi responsabilidad hacer que la ciencia que se deriva de ellos sea accesible para todos, especialmente de una forma que resuene con quienes no han tenido las mismas oportunidades educativas. Estos pilares, junto con mi pasión por las ciencias naturales y la urgencia de actuar frente a la crisis climática, impulsan mi misión de llevar información, claridad e inspiración a tantas personas como pueda, porque todos merecemos entender y moldear el mundo que compartimos.